Este viaje que comenzó a fraguarse gracias a la insistencia de Susana que comenzó a preparar un itinerario de viaje por las desérticas regiones del norte de Argentina.
Susana es una excelente organizadora, siempre busca las formulas más baratas y los lugares más hermosos para visitar. Periódicamente, recibía su itinerario, lo que me hacía conectarme a Internet y comenzar a buscar información sobre los maravillosos sitios que proponía y aunque al principio estaba bastante reticente a ir, poco a poco fue entrándome el gusanillo de conocer ese inmenso país que es Argentina.
Si bien Susana es bastante prolija en la elaboración de los viajes, también es bastante voluble y es capaz de cambiar los itinerarios a una media de 2 a 3 veces por semana por lo que es bastante difícil de seguir y engancharse a un viaje que iba a comenzar entre el 26 y 31 de diciembre de 2009.
En realidad lo que finalmente me convenció fue el repentino cambio del viaje de la desértica zona del norte a las sureñas zonas de Chubut, Rio Negro y Neuquén en la Patagonia argentina. Fue en ese momento cuando le escribí un mail diciendo que me unía a ellos a mitad del viaje ya que no podría estar allí antes del 5 de enero.
Acordamos que nos encontraríamos en Esquel ese día 5. Asegurándome que no habría ningún cambio y que allí estarían, saqué los billetes de avión a Buenos Aires y de allí a Bariloche donde por la ruta 40 y en micro recorrería los últimos 300 kms. que me separaban de mi destino. Como no podía ser de otra forma, Susana realizó un nuevo cambio de su plan de viaje por lo que tuve que enviar un nuevo mail para indicarle que según su nuevo itinerario estaría en Puerto Madryn a casi 700 kms. de donde habíamos quedado. Su respuesta fue: “No te preocupes allí estaremos”, y con la duda de si iba a dormir esa primera noche en la estación de autobuses preparé las maletas y partí el 4 de enero a última hora al aeropuerto de Zaventem dirección a Madrid, primera escala del viaje.
5 de enero: Llegada a Argentina
Desde allí a Buenos Aires a donde llegué el día 5 por la mañana, cambio de aeropuerto, perdida y recuperación de la maleta en el trayecto hasta Aeroparque, lugar del que salen los vuelos nacionales y llegada a San Carlos de Bariloche a las 7 de la tarde. Con el tiempo justo consigo que me pidan un taxi en un mostrador del aeropuerto que llega 10 minutos más tarde. ¡Craso error! pido al taxista que me lleve lo más rápido posible a la estación de autobuses que se encuentra a unos 14 kms. y el hijo de Fangio fue capaz, sorteando los pocitos que es como llaman a los baches, de recorrer la distancia en menos de 10 minutos.
Siguiendo con mi baño en las costumbres locales, después de la meteórica carrera, el micro llegó a Bariloche con más de una hora de retraso. Acomodado en la parte superior me dispuse a dormir hasta mi destino. A unos kilómetros de Bariloche pensé que sería conveniente enviar un mensaje a mis futuros compañeros de viaje para indicarles que llegaría a Esquel sobre las 2 o las 3 de la mañana, lo que me permitió entrar en una realidad que es completamente distinta a la europea. ¡No había cobertura! y no la hubo hasta llegar al Bolsón situado a medio camino entre Bariloche y Esquel, donde gracias a una parada a la entrada del pueblo, hubo cobertura durante unos minutos.
Conseguí localizar a mis compañeros de viaje que a la 1 de la mañana llegaban a Esquel. Me recogieron a mi llegada a la estación de autobuses trasladándome a las cabañas La Constancia, punto que nos serviría de base para recorrer el inmenso Parque Nacional de los Alerces.
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